viernes, 20 de noviembre de 2009

Dios nos mire.

Ese día, nada hacía presagiar que el fin del mundo estaba cerca.

Al caer la tarde. A la hora en que todo el pueblo saca sus bancas a la puerta, para tomar el fresco y conversar con los vecinos. A ésa hora, cuando el calor se amansa. El canto de los grillos cesó de golpe, ante la aparición repentina de un objeto luminoso que rugía amenazante.


Una bola de fuego, con luces tan brillantes como castillo de fuegos artificiales, iluminaba toda la población a su paso. Sembrando, en fracción de segundos, la duda, el temor, el desconcierto. Y, un miedo atenazante que pronto estalló en desesperación y llanto, conforme se precipitaba el objeto hacia nosotros.



Rota la calma y la tranquilidad de la población, mayormente campesina. La irrupción en sus vidas de este extraño objeto, alteró gravemente los usos y costumbres cotidianas. Sólo interrumpidas, de cuando en cuando, por el canto de los gallos, el gorjeo de los pájaros y el rebuzno de los "piajenos", al mediodía. Remplazada, en cambio, por ruidos extraños. Como rugidos de fieras enjauladas ó el estruendo de truenos al rodar sobre nuestras cabezas, antes de las lluvias.



El temor de que la bola amenazante, fuera el emisario envíado por el Creador, para caer sobre el pueblo y mandarnos directamente al infierno a expíar nuestras culpas, nos paralizó. Confirmó nuestros temores en certezas, el hecho de que don Nica y don Mateo, dos viejos sabios, cayeron postrados, de rodillas. Pidiendo, misericordia.


¡Dios nos mire con piedad! Fue el grito angustiado que salió de sus bocas. De inmediato, la palabra fue acogida como tabla de salvación. Y, recogida por boca de todos, hizo el milagro.



La bola de fuego, cometa, ó lo que fuese, desapareció como por encanto. No sin antes, pasar rozando el techo de las casas y la copa de los árboles. Perdiéndose de vista, entre los cerros guardianes que rodean al pueblo. Dejando, como todo rastro, un alivio inmenso en nuestras almas compungidas.



En su lugar, la frase hizo fortuna. El "dios nos mire", primero se convirtió en saludo cotidiano. Luego, rodó de boca en boca, hasta identificarnos. Y, dar nombre al pueblo.



Hoy, "Dios nos mire", es un pueblo floreciente, gracias a los visitantes que han oído hablar de la estrella ó cometa que cayó sobre nosotros. Ellos, hablan de platos voladores, de ovnis y extraterrestres.


Pero, para nosotros. Gente sencilla. Que no entendemos de las complicaciones de la vida moderna. Fue, el fin del mundo.

Etiquetas:


Contador Gratis Contador gratis
planetaperu.pe estamos en
PlanetaPeru.pe