domingo, 3 de junio de 2007

Música chicha.

Música chicha.

Confieso que la chicha, no me gusta. Y, no me gusta, como no me gustan algunos otros ritmos populares; por cuestiones estéticas. Ya sea, por la monotonía, su lentitud, precariedad, o lo previsible, de sus canciones.
La cumbia peruana, conocida como chicha; es todo éso. Es una mezcolanza, de elementos dispares. La música andina ( el huayno ), el rock y la música latina. Pero, que, en cuanto a espíritu y contenidos, está más cerca de las variantes más concesivas del pop. Concretamente, a la nueva ola; en su variante latinoamericana y capitalina, de los años 60´s.
Aquella que, desde Argentina, encabezaban Leo Dan y Palito Ortega. Y, desde la capital, Gustavo Hit Moreno, Pepe Miranda, el mono Altamirano, Elmo Riveros; secundados por un emergente conglomerado de grupos musicales.
Jóvenes, que inspirados en las balada (norteamericana e italiana), cantaban al amor romántico; con candor e ingenuidad, propias de la época y la edad que les tocó vivir.
De otro lado, otra corriente de jóvenes más inquietos y audaces musicalmente, que exploraban nuevas vetas en la música internacional, de aquellos días. Unos, seducidos por la gran perfomance alcanzada por el sonido instrumental de la guitarra eléctrica de The Venturs, y la aparición en escena de Los Beatles. Y, otros, más inclinados por las variantes del folklore latinoamericano y nacional.
Los ritmos afrocubanos, herederos del son, como la guaracha, consagrados por Los Guaracheros de Oriente, y La Sonora Matancera; de larga tradición musical, en nuestra capital. O, la cumbia y el ballenato, de Tulio Enrique León, Los Corraleros del Majagual, Lisandro Meza, y Hugo Blanco con su arpa viajera; por el lado colombiano.
Y, también, los ritmos propios del folklore nacional, traídos de la mano, por la primera oleada de migrantes; como el huayno. Difundido a través del disco y las actuaciones en vivo en los coliseos, de Picaflor de los Andes ( Víctor Alberto Gil ), Flor Pucarina ( Leonor Chávez ), y el Jilguero del Huascarán ( Ernesto Sánchez Fajardo ).
Etapas.
Los pioneros: La cumbia peruana ( 1965-1980 ).
En 1965, aparecen en la escena musical, Los Pacharacos, Los Demonios del Mantaro, y Los Demonios del Corocochay. Agrupaciones que cultivaron el eclecticismo musical, al fusionar elementos, instrumentos y temas costeños y serranos, en sus grabaciones y actuaciones públicas. Clásicos de la música criolla, ( Hermelinda ) y del folklore serrano ( Río Mantaro, Huancainita Huambla ), subvertían el orden establecido en la música de aquellos días; logrando verdaderas recreaciones festivas y contagiantes. Hecho, que sería recogida, luego, por la siguiente promoción de músicos.
Enrique Delgado Montes ( Lima, 1939-1996 ), un joven músico con sólida formación musical. Egresado del Conservatorio Nacional, había recorrido casi todos los terrenos de la música popular peruana -el folklore de costa y sierra-. Experimentaba con las fusiones de la música nacional, la internacional y los ritmos tropicales latinos -la cumbia colombiana-.
Es considerado padre de la cumbia peruana; porque en 1968, lanza sus primeros discos, con su grupo Los Destellos. Grupo, que asume el formato jazz-band ( guitarras, batería, bajo ), de los grupos rock & pop. Teniendo como característica, inicial, el sonido instrumental; en el que la guitarra eléctrica llevaba la línea melódica de la canción.
Elsa, Muchachita celosa, Carmen Rosa, El avispón, Cumbia morena, Traicionera, A los bosques me interno yo, Que bien me dijo mi madre, El eléctrico, etc. Fueron grandes éxitos, y dieron inicio a la movida tropical peruana, marcando su derrotero. Congregando multitudes, en los locales que luego se harían populares con otro tipo de ritmo. Nos referimos, a El Durísimo, y Los Mundialistas; dos locales emblemáticos de la salsa, en el Perú, de los 70´s.
Afianzamiento y expansión.
Junto a Enrique Delgado y Los Destellos, emergen otros pioneros, que junto a sus agrupaciones , modelan y consolidan este nuevo tipo de música.
Marino Valencia Garay, creador y director musical, de Los Diablos Rojos. Pedro Miguel y Los Maracaibos. Manzanita y su conjunto. Hugo Acuña, fundador de Los Pasteles Verdes. Félix Martínez, y Los Girasoles. Los Pakines. Los Ecos, de Beto Cuestas. Aguamarina ( Sechura ).
La chicha ( 1980-1990 ):
En una segunda etapa, la música tropical, o cumbia peruana, abandona la corriente tropical costeña, para asumir diferentes estilos regionales; de acuerdo al origen de sus integrantes. Así, junto al estilo tropical costeño, se suman otros estilos.
El estilo regional del centro ( Huancayo ); del cuál, Los Shapis, que aparecen en 1981, se erigen en representantes indiscutidos.
El estilo regional selvático, de Juaneco y su Combo. Los Mirlos; etc.
Pero, será con Chacalón y La Nueva Crema, con quien la Chicha alcanzará sus cotas más altas. Lorenzo Palacios Quispe, más conocido por el apodo de Chacalón, nacido en Lima ( San Cosme, 1950-1994 ). Se inicia como cantante del grupo Celeste, de Víctor Casahuamán; logrando alcanzar la popularidad, con el tema Viento. En 1978, crea su propia agrupación musical, La Nueva Crema; con la que lanza El Provinciano. Canción emblemática de los migrantes provincianos, que habitan en los barrios periféricos de la capital. Y, que lo catapulta como líder de la música chicha.
A partir de allí, la chicha, impregnará con los aires musicales -ritmos, melodías, te
mas, bailes, inflexiones vocales, etc.-, propios del huayno, a la capital. Asumiendo el nombre genérico de chicha, con el que será conocida, de aquí en adelante. Nombre simbólico, que encarna lo bueno y lo malo de la heterogeneidad y la pluralidad, racial y cultural, que en la ciudad se congrega y convive.
Se expande, entonces, por toda la capital. Ocupando, primero, locales de su ámbito; los clubes provinciales del Paseo Colón y alrededores de la Plaza Bolognesi. Y, luego, los chichodromos; locales precarios – cocheras, talleres, y terrenos baldíos - del jirón Lampa; que son usados como auditorios y locales de baile.
Bailes, que se convierten, muchas veces, en motivos de reyerta, agresión, y que motivan la intervención policial. Dando lugar a los grandes titulares, de las páginas rojas de diarios y la Tv. Nacional. Quienes empiezan por llamar chicha, a toda conducta antisocial. Reviviendo, de ésta manera, el prejuicio hacia esta manifestación musical.
Producto de la crisis económica de los 80´s, se genera una migración masiva de jóvenes; que será aprovechado positivamente por algunos grupos que buscan triunfar. Uno de los primeros en emigrar a la Argentina, será el controvertido cholo José Olaya; productor musical del grupo Karicia. El mismo que, introduce y difunde la cumbia, en la movida de la bailanta argentina. Convertido en promotor de la música chicha, será el principal nexo de los grupos chicheros, con la capital argentina.
Por la misma época, viajan los integrantes de Los Mirlos, ésta ciudad. A los que sucederán una larga serie de grupos; que culminarán en el trágico accidente donde perecen todos los integrantes del grupo Néctar.
De la pollera al calateo de la technocumbia:
En los 90´s , la chicha da un nuevo giro cosmético. Cambia las polleras por el destape; al introducir nuevos protagonistas. Los grupos musicales exclusivamente femeninos.
Estos grupos musicales, asumen rol protagónico en los medios, al agregar ingredientes propios del destape; hasta ahora, propio del vedetismo; hecho, que marca un hito, por lo inusual, en un género tan conservador como la chicha. Y, pone en evidencia la decadencia del género; por el uso complaciente y mercantilista, de las virtudes anatómicas de las integrantes. Las mismas que son utilizadas como señuelo comercial; en detrimento de sus reales cualidades musicales. Para complacencia de espectadores y, sobre todo, de los inescrupulosos empresarios; que con ello, llenan de dinero sus bolsillos.
Grupos, como Agua Bella, Alma Bella, Rosy War, Ruth Karina, etc; se multiplican. Convirtiéndose en el nuevo fenómeno mediático - económico, que, en cierta forma, revitalizan el género.
Coda: a modo de conclusión.
La música chicha, mezcla contradictoria de elementos andinos con vertientes internacionales. Fenómeno contradictorio y digno de mayor atención; por ser la punta visible de un iceberg.
Iceberg, que algunos han llamado cultura chicha. Una mezcla controvertida, de elementos -positivos y negativos- de integración a la modernidad, de los migrantes. Movimiento vertebrador, de adaptación y asimilación al medio; cuya característica principal, es la informalidad.
Característica, que, en efecto, es factible de rastrear su paso, por todo, o casi todos, los aspectos de la vida nacional.
Así, podríamos decir, que, ésta atraviesa todo el espectro de la vida social, y cultural, de la nación. Lo público y lo privado; sin excluir los delicados terrenos, del arte, la religión, y la política.

Alberto Colán.
















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