La faceta desconocida de Fontanarrosa

Roberto Fontanarrosa (Rosario,1944), cuyo nombre se hizo popular como historietista, en los años 70´s , a raíz de la publicación de dos de sus personajes, Inodoro Pereyra, y Boggie “el aceitoso”, en revistas y diarios de Argentina. Tiene, en cambio, una faceta casi desconocida. Es, su labor como escritor.
Con una numerosa cantidad de libros a cuestas, publicados por prestigiosas editoriales del medio, la exigente crítica literaria argentina, ha pecado de injusta y esquiva, con él.
Es, tal vez, el precio de la fama. De su fama como historietista y del posicionamiento marketero, que con sus leyes y prejuicios, atentan contra el creador, y artista.
Su prolífica actividad literaria, da cuenta de más de 200 relatos, reunidos en 8 libros de cuentos. Amén, de 3 novelas editadas, que hablan por sí mismas de su pasión por la escritura. Y, toda pasión que se precia, no es cosa de broma.
Prueba de ello, Los trenes matan a los autos. La 2ª. Edición aumentada, editada por del Peregrino, hecha en Rosario, en l984, consta de 24 cuentos, divididos en dos partes. Donde se alternan los temas trascendentes (la muerte,p.e.), y lo cotidiano, o popular (el fútbol).Tratados mediante la óptica de la ironía, el absurdo, y buena dosis de humor negro. Salpicado de cierto lirismo.
La primera parte, Los trenes matan a los autos. Reúne la mayor parte de relatos, y, también, la mejor muestra de humor negro, más extremo.
De la comida casera, es un cuento emblemático, que, desde su título nos remite a lo inmediato, la casa. Metáfora de la casa grande, la patria, Argentina. Aquí, en esta casa, un selecto grupo de gourmets, se reúnen, para perpetrar, a nombre de la cultura, un acto de canibalismo, en contra de una indefensa anciana.
Las reminiscencias a la sanguinaria dictadura militar, de los años grises de los 70´s y 80´s, son más que evidentes para cualquier lector medianamente enterado de su realidad. Hecho que, no pudo ser pasado por alto por la crítica y el periodismo argentino.
Esta y otras historias parecidas, que tocan el tema de la muerte y la crueldad –la paloma, Ismael sangraba, Todas las tardes, etc.-, y resultaban evidentemente, incómodas, para éstos. La autocensura, entonces, era la solución para salir del apuro.
Los suicidas, es o puede ser leído, como un breve ensayo de estética. Trabajado con fina ironía.
Los trenes matan a los autos, el cuento que da título al libro, es una especie de pesadilla orwelliana. Donde la rebelión de las máquinas, amenazan con destruir a la sociedad.
La barrera, La pena máxima,Chatarra, Betito, y Los nombres, son historias que tocan el tema del fútbol. Aquí, se hacen presentes la hinchada, el jugador explotado, el dirigente fulero, el locutor deportivo. Y, sobre todo, la calle. La voz de la calle, con sus giros y modismos, del habla coloquial.
En, Defensa de la derrota, y Regalada, aflora, en cambio, la ternura. La ternura por los personajes y sus pequeños dramas cotidianos. Tratados con cierta intensidad lírica.
La segunda parte, la ocupa un solo cuento, dividido en 4 secciones. Sobre la podrida pista, es el título. Es tan original que, es presentado como libro independiente, dentro del libro de Fontanarrosa. Atribuido a Joseph Arcangelo, un supuesto escritor, sobre el cuál se presentan testimonios, etc.
Sobre la podrida pista, es un cuento policial en clave de humor. Donde Fontanarrosa se parodia a sí mismo, a través de uno de sus personajes más entrañables, Boggie “el aceitoso”.
Solo que, aquí “el negro” Fontanarrosa se llama Joseph Arcangelo. Y, Boggie, es Jeremy Stuart. Un ex mercenario, convertido en el policía “manopla” Stuart.
En resumen, un libro inteligente, serio y divertido, a la vez. Como las historietas salidas de las manos del mismo autor.
Conseguir y leer Los trenes matan a los autos, es una magnífica introducción a la labor literaria de Fontanarrosa. Y, también, de conocer y disfrutar otro aspecto de este querido artista.